Encierros en la Curia eclesiástica, Catedral e Iglesia de San Isidro

La dramática situación de paro que sufría la ciudad de Granada en 1975 provocó el encierro casi simultáneo en varios lugares religiosos de la capital, despertando numerosas muestras de solidaridad.

El origen de este multitudinario encierro estuvo en el Polígono de Cartuja. Se publicó una devastadora encuesta en el diario Ideal en la que se aportaban datos sobre el paro, la pobreza y la marginación que atenazaban a la Barriada de la Paz. En ella se recogía también el comentario del columnista del mismo diario, Rafael Martínez Miranda, en el que resumía a la vez que denunciaba la situación que estaban viviendo los habitantes de esta zona de la ciudad: "... si un sistema económico, para funcionar bien, tiene que basarse en que los que menos tienen se aprieten el cinturón con frecuencia para que los que están mejor situados continúen en su prosperidad, es un sistema económico que no es justo, que no es humano".

El día 29 de abril los parados, cansados de ser despreciados por las autoridades y de hacer asambleas en la iglesia de la Paz, acompañados de líderes sindicales y sociales (unas 90 personas en total), decidieron presentar sus reclamaciones ante la Casa Sindical. Una comisión fue recibida, pero ante la enésima muestra de pasotismo por parte de las autoridades sindicales, los trabajadores se trasladaron a los alrededores del Palacio Arzobispal. De los 90 trabajadores que acudieron, 35 se encerraron en la Curia. Entre ellos figuraban los religiosos Antonio Quitián, Ángel Aguado y Miguel Heredia en lo que consituyó una clara muestra de la alianza establecida en la ciudad entre los movimientos cristianos de base y el movimiento obrero.

En la misma tarde del 29 de abril, Antonio Quitián llamó por teléfono a los periodistas desde la Curia, transmitiéndoles los motivos del encierro. Estaban allí para que las autoridades granadinas presionasen a los dirigentes gubernamentales y solicitasen ayuda para la provincia: "Estamos padeciendo una situación injusta".

El entonces Arzobispo Emilio Benavent expresó su solidaridad con los encerrados y advirtió de que la policía no podía entrar a desalojarlos. Ésta reaccionó impidiendo que se suministrasen alimentos a los encerrados. En solidaridad con los ellos el 1º de mayo amaneció con dos encierros de apoyo: en la Catedral y en la iglesia de San Isidro. El diario Patria llegó a acusar a las 60 personas que permanecían en esta iglesia de encerrarse con alimentos y con mantas. Fueron los primeros en ser desalojados por la policía. En cuanto a los trabajadores encerrados en la Catedral, tras nueve días de reclusión y cuando empezaban a mostrar síntomas de desnutrición, la fuerza pública irrumpió en la Curia. Los 35 trabajadores fueron esposados y puestos a disposición judicial.

Muchos fueron detenidos y en el caso de los sacerdotes, después de una breve estancia en Carabanchel, fueron recluidos en la institución religiosa de las mercedarias en Cájar. Ante la comodidad del nuevo espacio de reclusión, el propio Ángel Aguado Fajardo afirmaba con humor que: "el Ministerio de Justicia nos costeó tres meses de vacaciones que me sirvieron para reflexionar, tranquilizarme y madurar mi decisión de secularizarme".

 

Fuentes y bibliografía

Alfonso MARTÍNEZ FORONDA: La lucha del movimiento obrero en Granada. Por las libertades y la Democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes, Granada, Fundación de Estudios Sindicales, Archivo Histórico de CCOO-A, 2012.

Antonio RAMOS ESPEJO(coord.): Crónica de un sueño. Memoria de la Transición Democrática en Granada, Málaga, C&T, 2005.

Antonio QUITIÁN GONZÁLEZ et al.: Curas obreros en Granada, Alcalá la Real, Asociación Cultural Enrique Toral y Pilar Soler, 2005.

 

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