Renombrar las calles, construir la memoria franquista

Una de las primeras medidas de la dictadura fue cambiar el nombre de las calles principales de todas las ciudades y pueblos españoles. Una política de memoria sobre el pasado que también buscaba proyectar su victoria hacia el futuro

Una de las primeras políticas implementadas tras el triunfo de la sublevación militar y el final de la guerra por el ayuntamiento de Granada, como en el resto de España, fue la modificación del callejero urbano, al menos en los lugares más representativos. La nueva toponimia de las calles homenajeaba a las figuras épicas de la nueva dictadura, las batallas “heroicas” de la guerra y las fechas más simbólicas de la sublevación.  Así surgieron nuevos nombres cómo la plaza General Franco (Plaza Nueva), la plaza General Sanjurjo (plaza del Campillo), la avenida José Antonio (Cuesta del Darro), la avenida 18 de julio (avenida Pablo Picasso) o la calle Alcazar de Toledo (calle Poeta Gracián). Otra de las vías modificadas fue la actual avenida de la Constitución, que pronto se dio a llamar como avenida Calvo Sotelo, en recuerdo del líder de extrema derecha asesinado unos días antes del comienzo de la guerra, convertido posteriormente por la dictadura en uno de sus protomártires esenciales.

 

El 20 de abril de 1939, veinte días después del final oficial de la guerra, Francisco Franco entró en la ciudad de Granada por la avenida Calvo Sotelo. La prensa de la época hablaba con entusiasmo del recibimiento que el pueblo de Granada dio al dictador, cubriendo de juncia, romero y otras hierbas aromáticas el recorrido.

Pero la avenida Calvo Sotelo, además de ser la vía de entrada principal en las respectivas visitas oficiales del dictador, también tuvo otra vida alternativa. Como todas las grandes carreteras de acceso a una ciudad, se convirtió en la ruta fundamental de contrabando, particularmente en los duros años de la posguerra. Una de las consecuencias más terribles de la guerra fue la carestía de alimentos y, sobre todo, el férreo control del mercado por parte de las autoridades. El sistema de la cartilla de racionamiento, vigente en España hasta 1952, incrementó de forma exponencial el mercado negro. Por un lado grandes propietarios y jerarcas locales de la dictadura aprovecharon el sistema para amasar grandes fortunas de dinero a consta del hambre de millones de españoles, mientras que por otro lado también se dio un estraperlo de menor cuantía, por el cual las capas populares trataron de cubrir sus necesidades. Los sistemas de control y penalización del mercado negro se centraron en las capas más desfavorecidas de la sociedad, mientras que solían hacer la vista gorda ante los grandes estraperlistas.

Dado que los productos más cotizados en el mercado eran agrícolas y ganaderos, la ruta del estraperlo solía ir del campo a la ciudad. De ahí que una de las arterias principales de la ciudad como la avenida Calvo Sotelo, entrada privilegiada a la capital, se convirtiera en uno de los lugares de mayor tránsito y detección por parte de las autoridades del estraperlo.

Fuentes y bibliografía

Ideal, 21 de abril de 1939.

Miguel Ángel del ARCO BLANCO: Hambre de siglos. Mundo rural y apoyos sociales del franquismo en Andalucía oriental (1936-1951), Granada, Comares, 2007.

Gloria ROMÁN RUÍZ: Delinquir o morir. El pequeño estraperlo durante la guerra en la provincia de Granada, Granada, Universidad de Granada, 2013 (Tesina inédita)

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