Estación de los Andaluces

Las estaciones de trenes son una encrucijada social y cultural. Un espacio que en la posguerra fue escenario de trapicheos, detenciones y el punto de partida de la emigración

Las estaciones de trenes, desde mediados del siglo XIX, revolucionaron las ciudades. El tren era uno de los signos más vivos de la modernidad. Por un lado permitía incrementar el comercio y el intercambio de mercancías, pero también permitió a la población incrementar su radio vital de acción, viajar a lugares lejanos, o el desarrollo de una industria como la postal y, con ella, de la cultura escrita. El mundo, a través de unos rieles de acero, se hacía más pequeño.

Las estaciones de trenes siempre fueron una encrucijada social y cultural. Con el desarrollo del ferrocarril los trenes se fueron haciendo más accesibles para las clases populares, aunque viajaran en vagones de tercera. El espacio en las estaciones y los trenes estaba segregado, ya fuera real o imaginariamente, pero aun así, ricos y pobres compartían un espacio común. La estación de tren nunca fue un teatro principal, restringido para las élites sociales. Pero las estaciones también eran lugares de despedidas y encuentros. La primera parada del emigrado. La plaza del timador.

La Estación de Granada se inauguró en 1866 con un tramo que conectaba la capital con Loja, una de las ciudades más importantes de la provincia, pero no fue hasta comienzos del siglo XX cuando empezó a tener una actividad de mayor importancia.

Durante la posguerra las estaciones de trenes, autobuses y tranvías se convirtieron en el espacio predilecto para las pequeñas transacciones estraperlistas. Allí llegaban los estraperlistas desde distintos pueblos de la provincia con el objeto de vender su producto al mejor postor. El constante movimiento de gente podía favorecer este tipo de transacciones, aunque la especial vigilancia que las autoridades establecían en estos puntos provocó que fueran los lugares donde mayor número de requisas se hicieron.

Pero la gestión del hambre en la posguerra y el mercado negro por parte de las autoridades franquistas se convirtió una clara política activa. Bajo la dictadura se amasaron grandes fortunas gracias al estraperlo entre aquellos que eran adeptos a la dictadura, a los cuales las autoridades permitían mantener sus negocios clandestinos. Por el contrario, los vencidos en la guerra se vieron perseguidos por la Guardia Civil, las autoridades militares y los juzgados cuando tuvieron que recurrir al mercado negro para sobrevivir. Una doble vara de medir la misma infracción que tenía el propósito de lograr una mayor adhesión de una parte de la población, los vencedores, con la dictadura, mientras que permitía perseguir y castigar aún más a los vencidos. 

Fuentes y bibliografía

Gloria ROMÁN RUÍZ: Delinquir o morir. El pequeño estraperlo durante la guerra en la provincia de Granada, Granada, Universidad de Granada, 2013 (Tesina inédita)

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