Mitin monstruo de Armilla

En el Hipódromo de Armilla se celebró, en marzo de 1935, el mitin más multitudinario de la República. Organizado por la CEDA, en él participaron los líderes derechistas granadinos y Gil Robles. Los "cedistas" aspiraban a controlar el Gobierno

El "mitin-monstruo" celebrado en el Hipódromo de Armilla el 17 de marzo de 1935 fue, posiblemente, el más masivo de la República en Granada. La prensa de derechas fijó en cerca de 100.000 personas los asistentes, aunque otros investigadores rebajan la cifra a 45.000 personas. En todo caso, el mitin fue un completo éxito de convocatoria y de público. Los propietarios y ayuntamientos de la Vega hicieron posible este resultado: no sólo permitiendo y contribuyendo a la propaganda escrita y hablada, sino también poniendo los medios de transporte (autocares, camiones, trenes o cualquier medio de locomoción) para asegurar una audiencia masiva. Se animó a los campesinos a acudir con sus familias y, según algunos testimonios orales, además de asegurar la gratuidad del transporte, se repartieron víveres, ropas y natillas a las familias jornaleras.

El mitin se enmarcaba en una estrategia de la CEDA, partido comandado por Gil Robles, para aumentar su influencia en el gobierno de la República presidido por el radical Lerroux y llevar a cabo una política contrarreformista más decidida. Hasta esa primavera, y tras el levantamiento de Asturias de 1934, ya lo hacía a través de tres ministros. Pero entonces, el partido de católico lanzó una ofensiva propagandista para demostrar su poder y aumentar todavía más su influencia, algo que conseguiría en mayo con la entrada en el gobierno de otros dos ministros derechistas. El mitin de Armilla fue reflejo de una derecha cada vez más unida en torno a José María Gil Robles, rodeado de una parafernalia y un discurso autoritario y fascistizado, que pretendía atraerse a las clases más populares.

Aquella mañana del domingo de 17 de marzo, tras la pertinente misa, comenzó el mitin. El Hipódromo estaba repleto de insignias, banderas, carteles y juventudes uniformadas. Comenzaron hablando algunos líderes granadinos (Morenilla, Moreno Dávila y Ruiz Alonso). Después llegó el turno de Gil Robles, el verdadero protagonista. En su discurso, apelando al carácter "contrarrevolucionario de su partido", insistió en la necesidad de efectuar reformas para paliar la situación del obrero y evitar su caída en el marxismo. Para todo ello, afirmó el "jefe" de la CEDA: "España necesita una mano firme y sin temblor para, recogiendo estas y otras energías, hacer una Patria grande distinta de la actual". Y concluyó: "No fijo fecha, las fechas en política son una cosa incierta, pero el hecho se producirá y llegaremos a la meta. Y una vez en ésta, realizaremos nuestro programa, que es el programa de la salvación de España y el engrandecimiento de la Patria. He dicho".

 

Fuentes y bibliografía

 

El Defensor de Granada, 6-10 y 19 de marzo de 1935

Ideal, 6-10 y 19 de marzo de 1935

La Publicidad, 19 de marzo de 1935

La Hormiga de Oro, número 12, 21 de marzo de 1935

José Antonio ALARCÓN CABALLERO: El movimiento obrero en Granada en la II República (1931-1936), Granada, Diputación, 1990.

Mario LÓPEZ MARTÍNEZ: Orden público y luchas agrarias en Andalucía: Granada, 1930-1931, Córdoba, Ayuntamiento, 1995.

Mario LÓPEZ MARTÍNEZ y Rafael GIL BRACERO: Caciques contra socialistas. Poder y conflictos en los ayuntamientos de la República. Granada, 1931-1936, Granada, Diputación, 1997.

Paul PRESTON: La destrucción de la democracia en España: reforma, revolución y reacción en la Segunda República, Barcelona, Grijalbo, 2001.

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